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  • Foto del escritorYolquin Estévez Torres

¡Deja ir!

Actualizado: 30 may 2018


El maestro llevaba muchos años predicando que la vida no era más que una ilusión. Cuando murió su hijo, rompió a llorar. Sus discípulos se le acercaron y le dijeron:

- Maestro, ¿cómo puede llorar tanto si nos ha explicado que todas las cosas de esta vida son una ilusión?

- Sí- respondió el sabio, enjugándose las lágrimas que resbalaban por sus mejillas_, pero ¡él era una ilusión tan hermosa! Chuang Tse.


En nuestro diario vivir, estamos colmados de bendiciones, bellezas que podemos experimentar y disfrutar, pero que no podemos retener. “Cuando nos creamos una vinculación mental y emocional con objetos, persona, ideas, actividades o sentimientos, originados en la creencia irracional de que dicho vínculo proveerá permanente placer, seguridad o autorrealización… Estamos apegados”. (Walter Riso, Desapegarse sin anestesia, 2012, p.29).

La exploración y la dinámica de la vida se detienen, nos estancamos y, sin percatarnos, nos desconectamos de nuestra esencia; pues el camino cambiante de la vida, nos invita a la renovación continúa.


La libertad de la angustia y del resentimiento viene cuando, por nuestra propia voluntad soltamos, logrando la aceptación de lo que es: el vacío del ser amado que partió; ese desconsuelo por quien fuera compañero, amante, esposo…; el impacto de ese hecho que ocurrió; ese lugar que tuve que dejar, etc. Aquí cuando me refiero a aceptar no debemos confundirlo con tolerar o resignar; en situaciones como cuando decimos: “Oh, supongo que tengo que aceptarlo...”, es precisamente lo que no significa aquí. Cuando hablo de aceptar me refiero a tomar completamente lo que es, en el momento, sin resistencia. Es un estado del ser que la mente, con sus interpretaciones y juicio, nunca aprende cómo lograr. La verdadera aceptación transmuta esos sentimientos negativos en paz.


¡…Así suelto!


Viaje de aventuras,

cuyo camino en ocasiones se hace inhóspito,

que aproveche tus brisas de perdón

y sacuda el polvo de mis resentimientos,

para que se despeine mi alma de deudas y deudores

y de paz se colme cada momento.


Mi duelo viviré

mas con flexibilidad fluiré,

para dar bienvenida

a nuevas bendiciones

que hoy no puedo ver.


Experiencia cuyo mensaje recibí,

acojo tus enseñanzas

y al mensajero dejo ir.

Cumpliste tu misión en mi vida,

y me dejaste regalos

que allanan el camino por este viaje de ida.


Hermosa mujer, bello atardecer,

inmensa plenitud.

¡Oh dolor que eres parte de la vida!

Instante único, inmensa bendición,

son tan solo nubes que pasan…en mi aceptación.


¡Fuente de todo bien!

Dejo el camino abierto.

Hágase tu voluntad y no la mía,

para que todo fluya

y siga la vida.


Nos cuesta creer que “nada es para siempre”. Bien lo dice La Palabra, Mateo 6:19. No os acumuléis tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre destruyen, y donde ladrones penetran y roban… Todo está de paso en esta vida, nada nos pertenece y todo nos ha sido dado. En la medida que nos desprendemos y armonizamos con la voluntad divina, se aligeran nuestras cargas. Que podamos disfrutar cada cosa con presencia e intensidad, amar la vida como es; pero sabiendo que nada nos pertenece. Así todo será único y una inmensa bendición.

¡Todo es del Altísimo, que se haga su voluntad, mas que nos deje su amor y gracia, que con ésta nos basta!


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