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  • Foto del escritorYolquin Estévez Torres

Diluir el sufrimiento del pasado.

En algún momento de nuestras vidas hemos experimentado algún dolor emocional que nos deja uno que otro residuo que permanece en nosotros: el ser querido que partió, la relación que terminó, el trabajo en el que ya no estamos, etc. Si observamos, todo está relacionado con el sufrimiento del pasado. Este campo de energía tiene un espacio en nuestra mente y en uno que otro momento, al manifestarse, impacta todo nuestro ser y nos saca de lo que nos regala el momento presente.

Algunas personas viven casi completamente a través del sufrimiento pasado, lo mantienen activo todo el tiempo, mientras otras pueden experimentarlo solamente en ciertas situaciones.


Diluir el sufrimiento del pasado.


Te hice un comentario inocente,

el pasado despertó el monstruo latente

y así perdiste el norte del presente.

Tu sentido de humor cambió,

el cielo se nubló,

y de nueves grises nuestro espacio oscureció.


El ambiente húmedo,

el aire caliente se elevó

encontró aire frío

y todo se condensó.

Vientos, relámpagos y truenos

el sufrimiento del pasado,

la tormenta perfecta creó.


Dolor del pasado,

entidad que quiere sobrevivir,

te alimentas de mi inconciencia en mi diario vivir,

y cuando en ti me convierto a través de mi rabia,

drama, dolor, me haces sufrir.


Dolor del pasado, sombra oscura

que mi ego proyecta,

que me hace víctima

y mi tren de pensamientos maneja.


Dolor del pasado,

alerta como guardián que espera por su amo aquí estoy,

atento a tus signos de infelicidad

y dolor.

Tienes mido que te descubra,

mas con mi conciencia plena te enfrentaré.

Como observador silencioso te observaré,

sin juicios ni interpretaciones a la luz de mi conciencia

te expondré,

y cual fantasma en mi mente

de allí te sacaré.

Al aquí y ahora mis puertas abriré

para que entre la luz

y la vida vuelva a resplandecer.


Es cierto que todos nuestros sentimientos son legítimos, no obstante el cúmulo de dolor producto del pasado nos golpea y no debemos aferrarnos a ello reviviéndolo una y otra vez. Para avanzar en esto debemos estar conscientes del dolor que sentimos por tal situación, aceptar que es nuestro dolor, dejar de ser víctimas y no culpar a otros.


Debemos convertirnos en el observador silencioso que se da cuenta cuando por algún pensamiento, escena, comentario u otra razón, este dolor despierta. No debemos interpretar dicho dolor o juzgarlo, solo observarlo en nosotros. Una vez en esta fase, debemos tener el compromiso de dejar ir este dolor, ¿pero cómo dejarlo ir? Sé compasivo contigo mismo y con los demás, perdona. Ábrete al momento presente y con todos tus sentidos y conciencia plena, acepta lo que éste te regala; así irás creando el espacio que te permitirá explorar nuevas experiencias y nuevas alegrías. Gradualmente evidenciarás que el fantasma del dolor se irá diluyendo una vez expuesto a toda esta luz que el aquí y hora, unido a tu conciencia plena, te regalan.

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