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  • Foto del escritorYolquin Estévez Torres

Más allá del pensamiento

Actualizado: 18 abr 2018

A casi todos nos ha pasado que hemos llamado un ser querido o le hemos enviado un mensaje, en circunstancias que no nos responden, y esto nos lleva a una cadena de pensamientos como: “Nunca toma el teléfono”, “siempre tengo que esperar que me devuelva”, etc. Nos comportamos emocionalmente, como un niño que pide ayuda a sus padres, es ignorado y responde con irritación.


En el libro Mi “derrame” de lucidez (My stroke of insight), la neuro-anatomista científica Jill Bolte Taylor, explica que el lapso natural de una emoción, o sea el tiempo promedio que toma para moverse a través del sistema nervioso y del cuerpo, es solo de noventa segundos. Luego de este tiempo necesitamos los pensamientos para que la emoción continúe. Entonces no necesitamos más que observar nuestro tren de pensamientos, cuando nos encerramos en estados emocionales de sufrimiento como la ansiedad, depresión o furia.


El pensamiento.

Tren que viene y va,

parte de mi sobrevivencia,

no te controlo ni trato de pararte

tan solo he de ser tu amigo y observarte.


Gran sirviente,

En tu bandeja me sirve la visualización de la sustancia de mis anhelos.

Pobre maestro,

mi verdadero yo en tu pequeña prisión encierra

cuando en ti todo lo creo

y juzgando no salgo de tus enredos.

Al observarte pareces real

mas no verdadero.


A través de ti con ella puedo volar por el cielo.

Prefiero tenerla a mi lado,

escuchar su latir,

tocar sus manos

y sus besos sentir.


Susurro de voz en mi cabeza,

al estar al tanto de ti

y no identificado contigo,

tengo la llave de la libertad,

que rompe tus cadenas

y me muestra la luz del camino.


La capacidad de pensar es un elemento esencial en nuestras vidas. Necesitamos hacer planes, tomar decisiones y comunicarnos. El problema no es eliminar los pensamientos ni lo que pensamos; los pensamientos vienen y van; el problema es cuando nos identificamos con estos al punto de volvernos lo que pensamos. La clave de ir más allá de estos, es prestar atención a nuestros patrones de pensamientos, y sin juzgar, solo observarlos. Esta acción nos hace testigos de nuestros pensamientos y así pierden poder, no quedamos atascados en su lodo y entramos en un estado de no mente, que nos conecta con nuestra esencia retornándonos al aquí y ahora.


Lo conocía.

¿Cómo pudo suceder?

Qué hecho más horrendo,

El que llegó a cometer…


Al quedarnos en la actividad mental, nos identificamos con ese pequeño yo que nos encierra en su prisión y nos saca de nuestra conciencia plena, convirtiéndonos en ego, siendo esta una de las razones de tantos hechos lamentables.


Es penoso que la mayoría de las personas no vean más allá de un sentido estrecho, condicionando su vida al dolor del pasado y la ansiedad del futuro, haciéndose cautivos de sus propios pensamientos. Es clave el despertar en la observación de estos, lo que nos creará el espacio para entender que son solo pensamientos y que no debemos tomarlos tan en serio. Es el momento de darte cuenta que “la voz en tu cabeza”, no es quien tú eres. Quizás me preguntes: — ¿Y quién soy yo entonces?

Y yo te respondo: — El que observa eso.


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