¡No le dé mente!
- Yolquin Estévez Torres
- 14 jun 2018
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 19 jun 2018

Hace unos años estuve en entrenamiento en la ciudad de Santo Domingo. Llevaba varios días allí y me sentía agobiado. Estaba en casa de tía Fior, mujer de arduo trabajo y madre ejemplar. Solía levantarse de madrugada a cuidar sus hijos y luego a trabajar. Los días de 8 horas de trabajo, como en toda gran ciudad, parecen no terminar. Alto tránsito, bullicio, gente por doquier, etc. Donde la "vida" transcurre en un ajetreo rutinario que se vive como normal. Llegué de noche, me sorprendía la energía y el júbilo que irradiaba mi tía en aquella casa; le pregunté: ¿Tía cómo soportas esta ciudad y este trajín de vida? ¡Dame la clave! Me vio fijamente y con una sonrisa de no importancia, me dijo: … “¡No le dé mente!”
Tu mente así como puede ser una poderosa herramienta para planificar, calcular y crecer, también te puede condicionar. Todo depende de si la utilizas o de si te utiliza.
La mayoría de las personas son cautivas de una identidad fabricada por la mente, condicionadas por el pasado y encerradas en sus pensamientos. Este personaje vinculado a la forma, al tiempo y a lo transitorio es lo que llamamos ego. Es propio de la mente que a través del pasado da forma a esta identidad. Por esto, a diario escuchamos muchas personas decir: “así soy yo…”, “no puedo evitarlo…”, “siempre he sido así…”, etc. Son indicadores de cómo nos aferramos a un pasado y nos identificamos con etiquetas que nos impiden desarrollar nuestro mayor potencial y transcender.
A su vez convives con aquella parte subjetiva, que por el contrario está más allá de lo conocido, de la forma y del tiempo: tu esencia. Dimensión de conciencia mucho más profunda que el pensamiento. Puedes llamarla presencia, conciencia incondicionada, Cristo interno, o tu naturaleza de Buda. No es más que nuestro vínculo con aquella chispa divina.
Si puedes reconocer, aunque sea de vez en cuando, que los pensamientos que pasan por tu mente son simples pensamientos; si puedes ser testigo de tus hábitos mentales y emocionales reactivos cuando se producen, entonces estás descubriendo tu verdadera esencia.
El no-juicio.
Cuando mi tía me decía: “¡No le dé mente!” Lo que me quería decir era que dejara de juzgar mis pensamientos. La mente te engaña porque dispara el pensamiento, lo juzga, lo analiza, trata de buscar entendimiento y así consume tu energía. Entonces la solución es simple…, cuando percibas que has entrado en un enredo mental, ¡No le dé mente!
Y ¿cómo lo hago?
Por un instante solo observa tus pensamientos, no los juzgues, conviértete en el observador silencioso. Vuelve al presente: Respira, toca donde estés, observa, escucha a tu alrededor, enfócate en lo que estás haciendo con tus cinco sentidos. Evidenciarás como aquella energía, poco a poco se disipa, rompe con el tren de pensamientos y te pones por encima de estos.
Mi yo dual. (Ego y esencia)
Marcado por el pecado original
y sin poder evitar el camino que tengo que recorrer
niño hoy te quiero ver.
Los que también llevaban su propio calvario
gestaron mis creencias.
Infancia marcada que condiciona mi actuación.
Niño triste, herido, solitario, temeroso, inseguro y ansioso
que a gritos pide mi atención.
“Pequeño yo“
que me quieres hacer creer que tú soy yo.
Experiencia pasada, mi nombre, entidad personal
y hasta mi situación vital,
son solo una parte de mí
pero no mi total.
Momento actual y espacio donde mi vida ocurre,
esencia misma, presencia sagrada
que mi observador silencioso alerta,
también eres parte de mí,
que la luz de mi consciencia despierta.
Somos esencias divinas encarnadas en un cuerpo, somos los creadores de la experiencia de nuestra realidad a través de nuestra observación, deseos e intenciones. Mi resistencia a aquella realidad, en aquel entonces, me creaba angustia y malestar interior, en cambio mi tía, quien aceptaba dicha realidad tal cual era, fluía y mantenía la luz de la alegría en todo el entorno.
Cuando quedamos inmersos en mente y ego, que van de la mano, nos centramos en nosotros mismos y creemos que todo el mundo gira a nuestro alrededor. Nuestros miedos, obstáculos y condicionamientos nacen de la identificación con este “pequeño yo”; por el contrario, esencia y corazón marchan juntos. La alegría, la meditación, la oración, el servicio, el arte, la naturaleza, los actos de amor, etc. Son acciones que nos desligan del ego y nos conectan con la esencia. Así frenamos el mecanismo de la mente y recibimos el alimento espiritual que nos hace sentir completos, alegres y en paz. Hallar esta dimensión te libera del sufrimiento que te causas a ti mismo, del que causas a los demás, y así avanzamos en la liberación del sufrimiento colectivo.
Un saludo de paz y bien,
Yolquin
Maravillosa realidad 👏