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Trascender la identidad ficticia

  • Foto del escritor: Yolquin Estévez Torres
    Yolquin Estévez Torres
  • 25 jul 2018
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 26 jul 2018


¿Te sientes muy preocupado por el qué dirán? ¿Lo estoy haciendo bien? ¿Qué esperan de mí? ¡Cuidado! No vaya a ser que te estés convirtiendo en un experto en satisfacer todo lo que los demás esperan de ti y hayas perdido la esencia de tu verdadera identidad, a través de un “yo” que solo se satisface con el “like” de los demás, y que muchas veces traspasa los límites de su dignidad por el temor a no ser aceptado por éstos.


El conjunto de rasgos propios de un individuo o de una comunidad definen, en cierta medida, su identidad; dichos rasgos nos caracterizan frente a los demás. Podemos decir que el merengue es parte de la identidad de nosotros los dominicanos. Cuando digo en cierta medida, pudiera entrar en contradicción con las definiciones que puedas encontrar de identidad. Aquella percepción que tienes de ti mismo y del entorno, por estar dentro del espacio-tiempo, dinámicamente cambia, es transitoria. Además de ser condicionados desde que nacemos con un nombre, una nacionalidad, una raza, una religión, a veces hasta con un equipo de pelotas, constantemente nos bombardean con publicidad de todo tipo y sin darnos cuenta, nos identificamos con objetos, ideas que refuerzan esa ficticia y falsa identidad en nosotros.


Ahora bien, la identidad de tu esencia es invariable y permanente, ¡esa que por encima de las circunstancias, lugar o momento te hace ser tú mismo, y en la que te reconoces a ti mismo en el otro! En esta dimensión no importa si eres fanático de New York Yankees o Boston Red Sox, Real Madrid o Barcelona, del PLD, PRM o #MarchaVerde, republicano o demócrata, del Partido Socialista Unido de Venezuela o de la oposición, nazis o judío, de esta preferencia sexual o la otra, de esta religión o aquella; porque tienes un real sentido de ti mismo, no dañarías a nada ni a nadie porque te ves a ti mismo en el otro, sin importar equipo, fanatismo, partido político, grupo, frontera, sexo, raza, religión. ¿No es este el mandamiento nuevo?


Cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Felipe, preguntó a los discípulos:

— ¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?

Ellos contestaron:

—Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, que es Elías; otros, Jeremías o algún otro profeta.

Él les dijo:

—Y ustedes, ¿quién dicen que soy?

Simón Pedro respondió:

—Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Jesús le dijo:

— ¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre del cielo! (La biblia de nuestro pueblo, Mt 16: 13-17)


Es indudable el verdadero sentido de identidad de Jesús, permanente e invariable, y el propósito al que debía servir. El reconoce lo limitante que es etiquetarlo e incluso ordena que no se le dijera a nadie que Él es el Mesías.


Mi separado yo,

con tu condicionamiento social incompleto y precario,

en mis quejas te recreas continuamente,

y así me encierras en tu prisión de resentimientos y agravios.


Tú que pretendes ser yo,

creándome falsas necesidades y dando identidad a mi historia de víctima,

hace una fiesta con mis miedos,

y en mis deseos te activa.


Mi separado yo,

¿Por qué tú siempre crees tener la razón?

Te vas más allá queriendo reducir este instante a un fin.

Tú que reprimes mis genuinos sentimientos,

no tienes capacidad para la alegría,

en ella solo piensa,

y es que eres adicto a la infelicidad,

siempre con tus argumentos y sin darte cuenta.


Tú que en mentes torcidas,

eres un conflictivo creador de identidades colectivas,

incrementando el cuerpo del dolor con guerras,

y marchitando vidas.


Mas escucho tu voz,

y me doy cuenta que tú no soy yo.

Te observo, yo soy,

aquí como testigo estoy,

evidenciando tu desvanecimiento y manifestándose mi íntegro yo.

Mi inefable naturaleza verdadera

que en este espacio toma la forma temporal donde estoy,

y que muchas veces persigo como mariposa que quiero atrapar,

mas en mi quietud

se posa sobre mí,

y la puedo experimentar.


¿Te refugias en la falsa seguridad del grupo? No temas conocerte a ti mismo y mostrarte auténticamente como eres; ten la valentía de vencer tu no-aceptación y descubrir tu propia identidad. En lugar de convivir con aquella falsa identidad atada al juicio, al qué dirán y qué pesarán los demás; entra por la puerta del momento presente y acéptate tal y como eres; así se manifiesta tu esencia, tienes la libertad de poder experimentar y expresar tu genuina alegría de ser a través de tu legítimo sentir, que no es ni bueno ni malo, simplemente es como es; así transcendemos nuestras limitadas identidades ilusorias y encontramos aquella dimensión que está más allá de la forma y del espacio tiempo, nuestra verdadera identidad, a través de la cual podemos tener un compromiso por un mundo con más amor, más justo, más pacífico, más saludable, más feliz, y donde todos nos vemos reflejados uno en el otro; dando así vida, al mandamiento nuevo.


Un saludo de paz y bien,

Yolquin

 
 
 

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